domingo, 25 de marzo de 2007

Zona Colonial

El sol en su último respiro dice adiós, con tenue rayo de luz que deja escapar, tiñendo de dorado todos los cuerpos que a su paso encuentra, incluyendo las casas que fueron levantadas en comunión de paredes, y los cientos de transeúntes que las baldosas de esta popular zona estamos llenando.

Lugar de tiendas, restaurantes, galerías de arte, museos y antiquísimos edificios que desde sus paredes segregan historia, ya plasmada en los libros desde centurias atrás y en nuevos escritos de los cuales hacen delicia algunos bibliófilos.

Fuera otrora esplendor el que persiste, por no eximirse en el infinito espacio del tiempo, cual rayo de luz que da paso a las penumbras donde la luna reina con el reflejo del astro rey; siguen estando sus angostas vías llenas de este aire que invita a los enamorados a amarse, en esas las horas donde la luz artificial es responsable de iluminar nuestros pasos.

Una que otra obra teatral, una exposición de artes plásticas, repasar las exposiciones de los diferentes museos, ver los no nacidos en esta tierra tomar las fotos que les recordaran sus vacaciones y las tazas de café entre los amigos. Los acordes de las guitarras de los buenos artistas que por estos bares pasean su talento, y uno que otro de los platillos de las cocinas, variadas e internacionales.

Son las jergas nocturnas, limitadas hoy día por decreto gubernamental, las que me traen de regreso al lugar donde pasé momentos hermosos de mi juventud, en aquella época en la que cruce la frontera del joven dedicado a los estudios al adulto responsable que no termino de cuajar.

Hoy los bares cambian mucho de dueños, pero los puntos de reunión siguen siendo los mismos, y los que fuimos jóvenes, los que fuimos los muchachos en aquel entonces, hemos cedido el espacio a una nueva camada que esta tras de nosotros, para ir a refugiarnos en los espacios donde los de mayor edad se reunían.

Tragos, historias, anécdotas, comentarios de la situación de este país y los demás, que solo conocemos por libros, Internet o las mismas noticias en los diarios y la televisión.

Las noches terminan con mi retirada a mi nuevo hogar, lejos de la zona donde quedan las historias, escritas en sus paredes, donde los ecos de las alegrías y las tristezas trascienden los mares del tiempo y aun se escuchan junto al tañido de las campanas de sus iglesias, que marcan las horas de partir, cargados de nuevas memorias al final de la vida las únicas riquezas que poseemos.

jueves, 22 de marzo de 2007

Ecos de pesadillas

Mi temor a la desaparición de la tierra rural, a que nuestros campos se vean sembrados de postes del tendido eléctrico. Los ríos, riachuelos y cañadas se conviertan en alcantarillas y desagües de nuevos pobladores que transformen los bosques, en selvas de edificaciones mal o bien diseñados, pero al fin edificaciones que quitarían espacios verdes a la faz de nuestra tierra.

Mis pesadillas traen las veredas boscosas con sus trinos de pájaros y la sombra de los árboles convertidos en largos caminos de asfalto y el bullicio de estar en un embotellamiento respirando el smog que envenena nuestros pulmones.

Existo en un mundo ilógico en el cual la tierra que produce fruto y alimento vale mucho menos que un puñado de metros urbanizados.